Los lutieres de Leonard Cohen.
(fuentes:www.elpais.com).
Felipe Conde pertenece a la tercera generación de guitarreros de esta estirpe y está encantado con el discurso: "Lo agradezco mucho, porque la experiencia que tenemos los guitarreros a veces es que el instrumento es un compañero de segunda. Todo el mundo está pendiente del guitarrista y parece que el sonido sale de la nada. ¿Es que la guitarra no aporta nada? Es la gran olvidada", explica en su taller en la calle Arrieta 4. Las guitarras Conde son también tocadas por otros músicos célebres como Paco de Lucía o Lenny Kravitz.
En 1915, el tío abuelo de Felipe Conde, Domingo Esteso, abrió el taller que menciona Cohen. La segunda generación fueron los sobrinos de Esteso: Faustino y Mariano Conde, tío y padre de Felipe, que, a su vez, entró en el taller en 1971. Ahora, varias ramas de la familia tienen locales en Amnistía 1 o en Atocha 53.
"La guitarra de Cohen era de primera. Con tapa de pino abeto, diapasón de ébano, mango de cedro, aros y fondos de palo santo. Precisamente Cohen dijo en el discurso que juntaba el rostro a la guitarra y olía a cedro fresco, como el día que la compró. Entonces, Cohen se la compró a mi padre. Además se ve que el instrumento tiene nuestra cabeza", explica. La forma en cómo acaba la guitarra es característica de cada lutier, como una especie de firma. Conde fabrica guitarras desde 2.000 a 20.000 euros.
El hijo de Felipe, de 20 años, será posiblemente la cuarta generación de guitarreros. "Me gusta esto, aunque también estudio Sociología en la Universidad. Lo ideal sería aplicar los conocimientos de sociología a las guitarras", aventura de forma algo arriesgada. "Tocar la guitarra es un milagro", dice Felipe padre, "aquí uno tiene que crear la nota, no como en el piano que tocas una tecla y ya está la nota hecha. Aquí tienes que emplear las dos manos, posicionarlas bien y pulsar para que salga la nota. La inventas tú. Y se sacan verdaderas obras de arte".
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